✍️ Eugenio Hernández Sasso
Ya es hora de que tanto organizaciones, legisladores e integrantes del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que, se supone, deben defender a los animales, hagan algo este año 2025 para que en diciembre se prohíba, por ley, la quema de petardos que tanto daña a los perros y también, por qué no decirlo, a los seres humanos.
El negocio de los explosivos puede ser rentable para fabricantes, distribuidores y minoristas, pero también dañino para el medio ambiente, los seres humanos y los animales, específicamente los “chuchos” que no saben dónde meterse cuando escuchan las detonaciones en las calles.
La Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos establece que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) tiene el control y vigilancia de las actividades y operaciones industriales y comerciales que se realicen con explosivos, artificios y sustancias químicas, de igual manera es responsable del otorgamiento de permisos para tal efecto.
Sin embargo, pareciera que todo mundo fabrica y vende estos explosivos que, dicho sea de paso, cada año son de mayor impacto.
Ya no es como hace décadas cuando solo se quemaban silvadores, Rosita Alvírez, buscapiés y de los llamados tronadores, chinos o palomitas, ahora son cañones y palomas de gran tamaño, capaces de lastimar los oídos y el cuerpo si estallan cerca o en las manos de los menos avispados.
En algunos lugares puede haber restricciones en la venta a menores de edad, pero tal parece que no es el caso del estado, pues cualquiera puede adquirir diferentes tipos de productos explosivos, en cualquier puesto ambulante que se instale de manera provisional (por temporada) en las calles.
El punto es que la quema indiscriminada de petardos durante el mes de diciembre, y particularmente los días 24 y 31 a la medianoche, causan efectos nocivos en la salud humana y animal, así como en el medio ambiente.
Es necesario que, en primer lugar, los legisladores despierten del letargo en el que se encuentran y se dediquen a realizar el trabajo para el cual fueron electos, pues hay mucha gente a la que le incomoda el ruido de las explosiones a altas horas de la madrugada, cuando ya quieren descansar.
Ese ruido causa estrés tanto a las personas como a los animales y puede afectar, incluso, la salud mental.
Quienes queman cohetes no se ponen a pensar en niños recién nacidos o en personas con algún padecimiento. Al calor de las copas todo les vale.
Los petardos también representan un alto riesgo de lesiones en manos y ojos debido a la explosión de artefactos mal manejados, o al descuido de los padres con sus niños. Son ellos los que particularmente están vulnerables ante esa situación.
De igual manera, personas con problemas respiratorios, como asma, pueden sufrir afectación por la contaminación del aire y el ruido.
Sí, la quema de cohetes libera partículas y gases que contribuyen a la contaminación del aire y afectan su calidad, sobre todo en los tiempos actuales en los que el cambio climático es ya una amenaza para la vida humana.
Si esto no interesa a los legisladores en general, pero sobre todo a los que emanan del PVEM, entonces para qué se desgarran las vestiduras con discursos rimbombantes el Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio) o hablan de la agenda 2030 y demás demagogia, si se puede empezar por algo tan sencillo como prohibir la quema de petardos en la entidad.
Asimismo, esas organizaciones que se dedican a defender el derecho de los animales, y todo aquel que tengan una mascota en su casa, deben empezar a presionar a los legisladores para que se acabe de una vez por todas con este mal.
Todos los años, además, hay noticias de incendios provocados por la chispa de un petardo, no solo en áreas secas o con vegetación, sino también en casas habitación, vehículos o, en algunas ocasiones, hasta personas a quienes su ropa ha agarrado fuego por ese mismo motivo.
Sassón
Diputados deben tomar en consideración este factor que ayuda a destruir el entorno. El cuidado del medio ambiente es muy importante. Ojalá y en diciembre de 2025 ya exista una prohibición y castigo para quienes se atrevan a contaminar con humo de pólvora, basura, ruido generado por la explosión y riesgo de accidentes e incendios.