✍️ Eugenio Hernández Sasso
A 27 días de haber estallado el escándalo del senador Adán Augusto López Hernández por su posible relación con el cártel de La Barredora, que presumiblemente encabezaba Hernán Bermúdez Requena desde la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSyPC) de Tabasco, el gobierno no ha podido sofocar tal alboroto que se encuadra en confirmar la existencia de un narcogobierno en México.
¿Quién en realidad desató la tormenta en contra de la ex corcholata tabasqueña? Contextualicemos: el 12 de julio el general Miguel Ángel López Martínez, comandante de la 30 Zona Militar, puso el dedo en la llaga y reveló que desde el 14 de febrero del presente año, Bermúdez Requena tenía orden de aprehensión.
Los militares no son adictos a la declaracionitis que padecen los políticos, son personas disciplinadas, con carácter, que obedecen ciegamente a sus superiores. No se rebelan.
En ese rango de generales, a cargo de una subdivisión territorial del país, en una zona tan complicada de la región Sureste de la república como Tabasco, Miguel Ángel López tendría que estar sujeto a las órdenes del comandante supremo de las fuerzas armadas, en este caso «comandanta» Claudia Sheinbaum.
En esta lógica, ¿alguien podría imaginarse acaso lo que pasaría con un general indisciplinado que, por tener la boca más grande que un sapo, le pudiera causar un portillo al régimen de tal manera que lo pusiera en evidencia de ser realmente un nargobierno?
El asunto es complicado, toda vez que al llegar los tentáculos de La Barredora hasta la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Senado de México ya no quedaría ninguna duda de que el crimen organizado estaría metido hasta la médula de Morena y su régimen cuatroteista.
Tampoco hay que olvidar que el partido creado por Andrés Manuel López Obrador para cumplir su ambición de ser presidente de la república, fue infiltrado por conservadores y neoliberales que aparentaron ser de izquierda y, además, se animaron a experimentar lo que se siente tener el poder absoluto haciendo pactos hasta con el diablo.
A medida que pasan los días las llamas del fuego se avivan en contra de Adán Augusto y apagan sus aspiraciones a la Presidencia de la República. Eso es un hecho innegable
Con esta mala imagen ¿Quién en este momento, después del malísimo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien alentó la violencia desde su púlpito mañanero en contra de todos, querría que un tabasqueño fuera funcionario público?
No nada más fue eso. Recordemos que el Grupo Tabasco, integrado por Andrés Manuel López, Adán Augusto López y Audomaro Martínez Zapata, también tenía ramificaciones en Chiapas, por ejemplo, donde a través de Rosalinda López (QEPD) y su esposo Rutilio Escandón, pretendían dejar como sucesor en el gobierno al también senador de Morena Pepe Cruz.
El integrante de esa cofradía no solo manchó la bata como secretario de salud, sino que se defecó en el sistema de esa entidad golpeada salvajemente por la pobreza, las enfermedades y la delincuencia.
Los excesos cometidos están a la vista y hoy Pepe Cruz está sujeto a sendas auditorías con la nueva administración de Eduardo Ramírez.
En el caso de Adán Augusto al gobierno no le ha funcionado ninguna caja china puesta en marcha o de plano no han querido que funcione.
Por ejemplo, los vacacionistas en España, Inglaterra, Italia y Japón no funcionaron. La demanda de desafuero contra Alejandro Moreno Cárdenas no distrajo a nadie. Nombrar a Pablo Gómez en la comisión electoral tampoco ha desviado la atención. Las declaraciones del Chicharito no pegaron. En fin.
Además, con las evidencias que Alejandro Moreno, líder del PRI nacional, llevó a los gringos el escándalo no va a parar, porque como dijo claramente Jose Ramiro López Obrador, secretario de Gobierno del estado de Tabasco, está saliendo a relucir toda la podredumbre que puede salpicar también a su hermano Andrés Manuel y a sus sobrinos, principalmente a Andy López Beltrán.
Sassón
AMLO y su familia son considerados el cártel de la La Robadera; Claudia Sheinbaum, La Tapadera; Adán Augusto, La Barredora, y Yunes, La Lavadora.