✍️ Eugenio Hernández Sasso
Si ya de por sí el municipio de Paraíso se ha convertido en un infierno por la refinería que no refina y la contaminación histórica de Petróleos Mexicanos (Pemex), el presidente municipal Alfonso Baca Sevilla le ha agregado una raya más al tigre al cesar de sus cargos a 189 empleados del Ayuntamiento, en lo que va de su administración.
Es bien sabido que el estado de Tabasco no se caracteriza por ocupar los primeros lugares en empleo, y, en el caso específico del municipio de Paraíso, las cifras descendieron de manera extraordinaria una vez que las compañías terminaron su labor de edificación en la refinería Olmeca, en Dos Bocas.
También es necesario recordar que la economía del estado prácticamente se sustenta en Pemex y el gobierno, en este caso el municipal, pues la gente cree que solamente en esos dos lugares puede conseguir empleo.
Sin embargo, eso a Alfonso Baca no le preocupa mucho, aunque esté en riesgo su estancia en la alcaldía si no liquida el saldo.
Recordemos que ya hay jurisprudencia por el caso de Bernardo Barradas Ruiz, quien arrogantemente se negó a cumplir una sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y fue destituido del cargo.
El adeudo histórico que heredó Baca en el Ayuntamiento de Paraíso es de 218 millones de pesos en laudos laborales. Un pasivo prácticamente impagable.
A eso habrá que sumarle el compromiso que representa el nuevo despido de 189 funcionarios públicos.
Es decir, los laudos laborales para esa localidad representan una carga bastante pesada que, desafortunadamente para la administración municipal y afortunadamente para los ex trabajadores, en este año 2025 se destinarán 36 millones de pesos para la liquidación de algunos.
Probablemente Baca Sevilla no recuerda que, por no pagar fallos laborales a favor de los ex trabajadores del ayuntamiento, Bernardo Barradas la “embarró” de tal forma que la SCJN ordenó su destitución en 2018.
La equivocada acción de Barradas no solamente lo llevó a no terminar su trienio, sino que se ordenó su arresto, y, además, salpicó a su antecesor Jorge Alberto Carrillo Jiménez (PRI) y a los síndicos y regidores de ambas administraciones, quienes fueron citados para responder por sus actos.
Al parecer, el camino que se está construyendo el alcalde paraiseño es similar al de aquel que la “embarró”. El poder lo ha cegado de tal forma que no mide las consecuencias de sus malos actos.
Atrás quedaron las promesas de servir con alma y corazón al pueblo que lo llevó al poder y, dentro de esas pifias, también se cuenta el elevado cobro de licencias de funcionamiento a comercios.
Si ya de por sí el municipio está golpeado por el desempleo y la carestía de la vida que impuso la construcción de la refinería, así como el cierre de establecimientos a causa de los impagables gravámenes, con el despido masivo de trabajadores del Ayuntamiento la administración de Baca podría trastabillar y caer.
Sassón
A veces es inexplicable la actuación de algunos alcaldes. Alfonso Baca prometió muchas cosas, no ha cumplido nada y, a cinco meses de haber llegado al Ayuntamiento, los paraiseños ya lo repudian. El ejemplo de Barradas es como para que ponga sus barbas a remojar.