✍️ Eugenio Hernández Sasso
Mañana, muchos y muchas festejarán el amor, otros y otras tal vez la amistad; también habrá quienes decepcionados o decepcionadas se encierren en su habitación hasta superar la nostalgia de la pasión perdida, del matrimonio destruido, del noviazgo concluido o, simplemente, de la carencia de un querer.
Algunos se presentarán con sus cónyuges o sus novias o novios y les regalarán flores, irán a comer a un buen restaurante; entregarán, tal vez, el anillo de compromiso. Otros, simplemente disfrutarán a su familia en medio del calor del hogar.
Mañana, los moteles, seguramente, estarán dispuestos para dar albergue a todas aquellas parejas que callan sus nombres porque no pueden ni siquiera besarse a la luz del sol. Ellos se aman en secreto, se deleitan clandestinamente y hacen sufrir, en público, a quienes verdaderamente los y las aman.
¡Qué extraño es el amor! Algunos lo confunden con un sentimiento y otros lo definen como una decisión. Para unos es tristeza y decepción, para otros es placer. Lo cierto es que representa una de las principales virtudes del ser humano, pues ¿quién es aquel que no ha amado? “Quien no ha amado que no diga nunca que vivió jamás”, dice la canción “Amor mío”.
Lo griegos definieron el amor en cuatro tipos fundamentales: Ágape, Philia, Storage y Eros. El primero es desinteresado, incondicional; el segundo, tiene que ver con la amistad, el tercero con los familiares y el último con la pareja. Más o menos por ahí va la cosa.
El amor también representa un mandamiento fundamental que nos dirige a amar a Dios y a nuestros semejantes, con todo el corazón, como a nosotros mismos. Este sería aquel que no espera nada a cambio ni depende de nuestras acciones o méritos.
El ejemplo más ilustrativo del Ágape es el de Jesucristo, quien se sacrificó en la cruz y representa la máxima expresión del amor de Dios para salvar a la humanidad.
En fin, cada quien ubica el amor en la dimensión que, inclusive, le conviene. El caso es darlo y recibirlo, aunque muchas veces esté relacionado con traición y deslealtad. Lo cual no debería ser, sin embargo, es.
Pero para no entrar en tan profundas reflexiones, mejor es disfrutar algunos fragmentos de poemas llenos de ese sentimiento, o decisión, que se toma desde el corazón.
Por ejemplo, Pablo Neruda escribió: «Te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma». Gabriela Mistral, en sus Versos Sencillos, establece: «Por ti aprendí a amar la lluvia, los días grises, el frío en la piel, la tibieza del sol en la tarde, y el sabor del amor verdadero».
Asimismo, Mario Benedetti precisa: «Yo te quiero como el mar quiere al río, como la noche quiere al día, como el sol a la luna, como la luz al día», y, Alejandra Pizarnik manifiesta: «Amar es breve, olvidar es largo. Quedan los besos, los viejos besos, como las flores, como los sueños, que vivirán siempre con nosotros».
Sassón
Yo simplemente diría: “El alma se divorcia de mi cuerpo, en un suspiro de amor por tu desprecio”. ¡Qué viva el amor!